La cultura del facilismo

By CENTRO CÍVICO CARACAS - martes, mayo 12, 2009

Sobre el artículo de Liliana Moreno (diario Clarín del 18 de octubre de 2006), se hacen algunas reflexiones...

Y la reflexión es que la actual revolución de la información afecta a la sociedad, modifica su cultura llegando incluso al área educativa; no debemos olvidar que a un nuevo período histórico le corresponde una nueva educación.

Tal vez, para explicar lo que de positivo y negativo tiene la realidad actual, la clave sea poder distinguir dos campos diferentes: el de las cuestiones sociales (cultura – pensamiento) y el de la tecnología. La tecnología nos maravilla y nos desborda, pero en el mundo cultural o del pensamiento no se evidencian mayores progresos.

¿Qué nos está ocurriendo entonces?, hay una fuerza interior, que en cada uno de nuestros actos, se hace presente para impulsarlos o frenarlos: esa fuerza es la voluntad.

Imaginemos un bien; mediante el entendimiento, que también está sujeto en parte a la voluntad, nos determinará si ese bien es bueno o malo; en caso de ser querido actuará la voluntad para lograrlo. La voluntad no apetece sino el bien que el entendimiento le presenta.

El punto de partida de todo proceso está en la inteligencia, es la concepción de un objeto como bueno o malo, como correcto o incorrecto. La intención de alcanzar el fin provoca la búsqueda de los medios capaces de conducirnos a él, lo que constituye un trabajo intelectual. Luego cuando consentimos en los medios con vistas al fin, estamos ante un acto neto de la voluntad. Por otra parte el análisis de los medios, cuál es el más fácil, cuál es el más eficaz, es un trabajo intelectual. Por fin, la deliberación termina con la elección de un medio, con exclusión de otros; es el acto central de la voluntad, la elección o decisión. Bien, sabemos entonces que el ser humano posee inteligencia, voluntad y libertad para elegir un objeto u otro, un modo de acción u otro, una solución u otra.

Pero resulta que ese hombre se halla inserto en una sociedad que está en crisis y cuyas características son las siguientes: se cuestionan los valores, se desvanecen los ideales y las creencias, hay inadecuación entre lo dicho y lo hecho, los comportamientos resultan incoherentes, se menoscaba la autoridad y siempre se busca algún culpable.

Entonces y para ir finalizando, se entiende que no nos encontramos ante un problema de procedimientos (“son inexpertos en el manejo de las citas”) o ante un problema tecnológico (Internet), sino más bien frente a la cultura de lo instantáneo, de lo fugaz, frente a la ausencia de compromisos y vínculos permanentes, frente a la cultura del menor esfuerzo, frente a la ausencia de la capacidad de razonar con rigor y con pensamiento crítico, frente a la ausencia de valores y frente a un grado de permisivismo y relativismo de un nivel de peligrosidad tal, que podrían arrasar con los mejores propósitos e ideales, haciendo brotar nuevas reglas, normas y conductas meramente subjetivas.

Si estas líneas estuvieran dirigidas a un docente, se les diría entonces que como tarea del hogar son recomendables dos líneas de acción: cultivar la inteligencia y la voluntad de sus alumnos.

La inteligencia para que puedan distinguir lo verdadero de lo falso, la verdad de la mentira, lo correcto de lo incorrecto; y la voluntad para poder optar por la mejor decisión, por la mejor elección, o lo que es lo mismo, contribuir a formar un carácter, una personalidad, en definitiva un hombre con sentido de trascendencia.

Por L.A.D.

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