La muerte de un demócrata

By CENTRO CÍVICO CARACAS - miércoles, abril 01, 2009

Allá por 1927, en la ciudad de Chascomús, provincia de Buenos Aires, nacía un hijo de inmigrantes que marcaría un antes y un después en la historia de la República Argentina: el Doctor Raúl Ricardo Alfonsín. Hombre de leyes, radical de pura cepa y activo militante de la democracia, que dejaría el mundo físico un 31 de marzo de 2009 a las 20:30 hs.

A pesar de sus aciertos y a pesar de sus errores, hoy todos lo recordamos como lo que fue: un símbolo de la democracia argentina. Con su vida y con su muerte nos dejó el mayor de los legados: la democracia es una construcción social, es un régimen político, una forma de vida que no se encarna en un solo hombre, sino en las instituciones republicanas que cristalizan las decisiones, los pensamientos y las esperanzas de todos aquellos que día a día hacemos el país. Fue éste el obsequio que nos regaló tan buen político: el respeto a la Constitución y a sus fines primordiales representados en el Preámbulo

En un acto masivo decía con todas sus fuerzas: “la democracia no es sólo aquella con la que se vota, sino aquella con la que se come, con la que se cura y con la que se educa”. Son éstos los objetivos de la democracia, y son éstas también las deudas pendientes de la misma.

Hoy la Nación entera llora esta pérdida, pero es maravilloso ver que a pesar de la ida de un hombre como Alfonsín, la democracia continúa; y continúa ahí, a veces tan abstracta, a veces tan cerca y a veces tan lejos, como diciendo que no es un fin en sí misma, pero que sí es la única en la cual se puede concretar la felicidad de todo ser humano.

En nuestra tristeza, un homenaje; en nuestro dolor, un reconocimiento para aquel hombre que supo, como ningún otro, concentrar la esperanza de un pueblo abatido, para aquel político de utopías, de valores éticos. Para aquel Presidente que privilegió el diálogo, que buscó el consenso, que jamás defenestró a un oponente, para quien vio en la educación la única herramienta de movilidad social. En fin: un sincero adiós a quien por siempre quedará en la memoria colectiva como el argentino que divisó claramente el para qué del régimen en el cual hoy nos movemos: la realización en todo sentido del hombre, ¿qué otra cosa sino, diferencia en esencia a la democracia de los otros regímenes políticos?

Dejamos a continuación el último legado del ex – presidente: el discurso gravado que pronunció ante 10.000 personas el último 10 de diciembre, instando a los argentinos, en principal a los jóvenes, a mantener la esperanza a pesar de las vicisitudes.

Por L.V.D.

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